Book - Gente que Viene y Bah

Autor: Laura Norton

Editorial: Espasa

Páginas: 478

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¿Cuántas probabilidades hay de que te toque el gordo de la lotería? ¿O de que el chico con el que estás a punto de casarte se líe con la presentadora más guapa de la tele la misma semana en la que además pierdes el trabajo?

A Bea le acaba de pasar (excepto lo de la lotería); así que decide huir y refugiarse en la casa de su excéntrica familia buscando un poco de paz, aunque acabará trayendo el caos a la vida de todos. Bea es así. En esta novela vas a encontrar un mercedes rosa, una casa en los árboles, un pelirrojo de caerse de espaldas (literalmente), muchas risas y unas cuantas lágrimas de esas que se lloran a gusto, que te liberan y te reconcilian con la vida. Una historia con la que descubrirás que siempre hay algo bueno esperándote a la vuelta de la esquina. Si sabes verlo. Y si no la cagas.

Bea es arquitecta, vive en Madrid, se va a casar con su novio Víctor y la agencia para la que trabaja acaba de ganar una licitación bastante importante, su futuro augura muchos éxitos pero todo cambia radicalmente cuando ve a su novio besándose con la guapa presentadora del telediario y es despedida de la compañía de arquitectura, cuando prácticamente ganaron ese proyecto por todo su talento.  Dos meses antes de la boda, Bea cancela todo y decide irse a Cantabria a refugiarse con su familia, a recuperar su norte, tomar fuerzas para empezar de nuevo, olvidarse del cretino de su ex novio y porque no, tener el cariño y consuelo de aquellas personas incondicionales en su vida. 

Ella pensaba que sería un viaje tranquilo, para reflexionar y olvidar pero al parecer allá donde vaya lleva el caos, su familia excéntrica colabora bastante para que las cosas se vayan un poco de las manos y que esta pequeña visita se convierta en un momento ideal para que salgan a luz muchos secretos, se altere la cotidianidad de todos sus familiares y todo de un giro de 180 grados. Desde el viaje en tren, camino a Cantabria, las cosas se ponen intensas, acusa a un joven de robarse su celular, el escándalo que monta atrae la vista de todos los pasajeros y también la de un guapo pelirrojo que va con su hija, para al final ver que ese chico nada que tenía que ver con la pérdida de su celular y que montó todo ese show en vano, quedando avergonzada. Diego es ese hombre pelirrojo que maneja un mercedes rosa, el viudo de oro del pueblo y corren muchos rumores sobre las cosas que paso con su mujer, el dinero que maneja y otros asuntos. 

Como si un recuerdo fuera tan fácilmente manipulable, como si a base de Photoshop se pudiera rescribir la historia personal de una familia. Débora creía firmemente que eso era posible. La memoria no es más que la novelización que hacemos de nuestra vida, y a base de recrearla, recordarla y manipularla nos acabamos construyendo un pasado a la medida. 

La pluma de la autora me pareció súper fresca cuando leí No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, así que quería aventurarme en esta obra de su autoría porque es del tipo de lecturas que me gusta realizar en el verano, además por los comentarios que he leído sobre la historia me auguraban una buena dosis de risas. No tenía pierde con este libro y en gran parte cumplió con todas esas consignas, fue una lectura ligera ya que su narración es desenfadada, coloquial y natural, que atrapa al lector y se pasa súper rápido, no te das cuenta cuando llegas al final. En muchas de sus escenas me saco varias carcajadas, hay cosas que son bastante exageradas pero son a propósito para lograr esa reacción en el que lee, que sonría, le parezca hilarante y por ese motivo es inevitable no divertirnos con muchas de las situaciones que se nos presentan con esta familia tan particular. 

Sin embargo hay varios detalles que no me gustaron, con otros no estoy de acuerdo y algunos no me convencieron para nada. Principalmente no me agrado que entre el tono jocoso se expusieron algunos comentarios discriminatorios, la manera en que se trató todo el tema del bebe de Débora me pareció desafortunado, no estoy de acuerdo con esas frases lanzadas sin pensarlas antes porque fue una manera de humillar la situación genética con la que nació pero resalto que al final tomaron una actitud positiva frente al tema, brindando su apoyo, compresión, amor y que así debieron actuar desde el principio. Otra cosa con la que de verdad no puedo, no solo con este libro si no con todas las historias donde las involucran y es las drogas, me parece algo tan delicado que me pone de los nervios cuando se trata de manera superficial, como si fuera algo meramente recreativo cuando muchas personas caen ante esta adicción y es muy difícil que recuperen nuevamente su vida, hay que ser responsables con eso y debe ser manejado con pinzas. No me convenció el romance entre Bea y Diego, considero que muy poco sabía el uno del otro, que tuvieron más momentos tensos, de gritos y nada agradables que buenos pero ella se sintió enamorada de él, para mi hablar de amor requiere de otras cosas.

No sé por qué, pero el hecho de reducir a la gente a un solo rasgo hace que el mundo sea, ya no más comprensible, pero sí más abarcable y quizás más ridículo. Y creo que reducir al ridículo las cosas puede ayudar a no ahogarse en la tragedia. Creo que fue Kafka el que dijo que en un mundo sin Dios, el sentido del humor es casi una obligación moral. 

Hablando de los personajes, no conecte ni con Bea, ni Victor, ni Diego, tampoco con la hermana de ella: Débora. León [hermano], Finn [Sobrino] y Jacobo [Fabari, los que hayan leído la historia entienden], la madre y su hermana Irene fueron, en mi opinión, los que le dieron toda la sustancia a la trama, me encantaron sus personalidades. Bea tiene un carácter especial, actúa muchas veces sin pensar y cuando se da cuenta que metió la pata hasta el fondo, pocas veces tiene las agallas para pedir disculpas, esto la lleva a meterse en muchos líos, llevándose a varias personas por delante. Yo no podría tener una convivencia permanente con este personaje porque me sacaría de mis casillas muchas veces y no, me robaría toda mi energía. Diego es viudo, tiene una hija que debido a un problema psicológico no quiere hablar, vive con sus suegros y está empeñado en sacar adelante un proyecto de energía con biomasa, poco puedo decir de este hombre porque no logramos conocerlo del todo, sabemos que al principio es esquivo y reacio, que le da miedo embarcarse en una nueva relación amorosa y por eso se comporta como un idiota. Victor parecía ser el hombre perfecto pero luego nos damos cuenta que no duda e ir tras la chica guapa del telediario, que le importa más su carrera y su beneficio que la relación que ha construido con Bea, pero cuando ve que dejo algo que de verdad vale la pena, es muy cara de palo para creer que con solo unas palabras bonitas puede recuperar todo eso que ya daño. No me voy a explayar hablando de los demás personajes, que en su mayoría son familiares de nuestra protagonistas porque es mejor descubrirlo mientras vamos leyendo, así nos podemos divertir con sus excentricidades. 

Esta historia es perfecta para cuando buscamos algo light, pasar un rato entretenido y simplemente desconectar por un rato, el ritmo es contante y exagerado que busca que el lector suelte varias carcajadas, que muchas situaciones nos parezcan hilarantes y que nos divirtamos con las rarezas de estos personajes. Eso sí, tiene sus detalles desafortunados, o bueno, con los cuales yo no estoy de acuerdo y que se trataron de manera superficial cuando merecen mucha más importancia, el final me genero sorpresa por ese suceso inesperado, tristeza por la situación, solté varias lagrimas [aunque yo soy bastante llorona] pero también es un poco abierto, deja varias cosas en el aire aunque opino que es la oportunidad que tiene el lector para imaginar que quiere que pase. 

Uno siempre está muy cómodo haciendo lo que sabe hacer, pero para avanzar, uno tiene que arriesgarse, salir de su zona cómoda, de confort,  y atreverse con nuevas cosas. Por supuesto da miedo y es probable que haciendo lo nuevo te sientas torpe, o desentrenado, o que estás meando  fuera de tiesto, pero es la única manera de progresar.